domingo, 3 de enero de 2010

El blog de Lluís Bassets

01 enero, 2010 - Lluís Bassets

La gran novedad que trae 2010

Los demógrafos han echado las cuentas. El año que hoy empieza nos traerá una modificación sustancial para la humanidad. Acabamos de salir de una larguísima etapa de la historia del planeta. Por primera vez habrá más habitantes en las ciudades que en el medio rural. Hace 60 años apenas un tercio de la humanidad vivía en ciudades, pero dentro de 40 años, en 2050, el 70 por ciento de los seres humanos serán urbanitas. En el siglo transcurrido desde 1950 la proporción campo/ciudad se habrá invertido y el momento crucial del cambio, en el que la población urbana superará a la rural, se producirá este año en el que acabamos de entrar.

Este dato no es anecdótico, sino que comporta muy serias consecuencias. En las próximas cuatro décadas la población mundial crecerá de los actuales 6.830 millones de habitantes hasta los 9.150 millones, una cantidad enorme que quedará estable a partir de aquella fecha. El mayor crecimiento se producirá en las ciudades de los países más pobres y con población más joven, donde serán colosales los déficits educativos, las dificultades de empleo o la falta infraestructuras e inversiones. Elemento central de esta evolución es que la religión de la mayor parte de esta población urbana y en gran parte desafortunada será el islam.

La urbanización del planeta irá acompañada de una brutal extensión de las clases medias, consumidoras y competitivas, a los países emergentes, un proceso que ya ha empezado pero que tomará dimensiones mucho mayores. Estas nuevas clases medias ‘pobres’ y en ascenso no vivirán, sin embargo, en unas condiciones urbanas mejores que las viejas clases medias europeas y norteamericanas, al contrario. Habitarán medios urbanos deteriorados o precarios y dotados de infraestructuras insuficientes y de mala calidad. Aunque mejorarán sustancialmente en riqueza y educación respecto a sus padres y abuelos, no lo harán en seguridad en estas ciudades donde proliferarán la delincuencia y el terrorismo. Sus jóvenes serán ellos mismos carne de cañón para el reclutamiento rápido, y fácilmente se verán involucradas en conflictos étnicos, enfrentamientos religiosos y políticos y tentados por movimiento populistas.

Junto a esta evolución en los países pobres y emergentes, la evolución demográfica y económica del mundo atlántico, Estados Unidos y sus aliados occidentales, será justamente la inversa. Su población representará sólo un 12 por ciento del conjunto mundial (en 2003 estaba alrededor del 17). Su participación en el PIB mundial, que alcanzó el 68 por ciento en 1950 y bajó hasta el 43 por ciento en 2003, será inferior al 30 por ciento en 2050. Si estos países quieren convertirse en una fortaleza frente a la inmigración, enfrentada culturalmente a quienes practican el islam, fácilmente podremos sacar negras conclusiones sobre lo que nos espera en los próximos años. De las ciudades caóticas e inmensas de los países emergentes pueden salir millares de lobos solitarios como el joven nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab, dispuestos a convertir en una violencia ciega su resentimiento y su desorientación ante la vida.

(Enlace: estos datos y reflexiones vienen a cuento de la lectura de año nuevo que propongo a los lectores: La nueva bomba poblacional. Las cuatro grandes tendencias que cambiarán el mundo, artículo de Jack D. Goldstone en Foreign Affairs, con acceso de pago. Las tendencias en cuestión son: 1.- la pérdida de peso demográfico del mundo desarrollado con el correspondiente cambio de centro económico del planeta; 2.- el envejecimiento y declive de la fuerza de trabajo de los países desarrollados, con el correspondiente aumento de demanda de mano de obra inmigrante; 3.- la concentración del crecimiento en los países, pobres, jóvenes y musulmanes; y 4.- la urbanización masiva del planeta).

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